Correo

Hoy él se levanto como cualquier día, paso por el baño, tomo su desayuno, y luego de vestirse tomando las cartas del buzón, se fue hacia su coche. En el camino noto que uno de los sobres era distinto, una persona que vive en estos tiempos no esta muy acostumbrada a recibir cartas personales, solo aquellas que corresponden a impuestos, publicidades, servicios, pero nunca una carta que fuese de una persona, para eso están el correo electrónico, o ya ni siquiera, apenas un mensaje de texto en el celular, y si se quiere explayarse mas se hace una llamada.
Dentro del auto abrió esa carta con cautela, con entusiasmo, pero un entusiasmo lleno de temor, en el fondo le desagradaba la idea de recibir una carta, se le ocurría que solo muy malas noticias podían llegar por ese medio, antes de disponerse a leerla, encendió el motor, para que se vaya calentando, con estos fríos invernales un auto que duerme al aire libre necesita un buen tiempo para funcionar adecuadamente. Eligio un disco compacto de la guantera, y entonces, con un ambiente mas agradable, porque necesitaba un ambiente que le guardara el mal trago de una sorpresa cargada de temor, era un requisito que el humor no se tornara negativo antes de la lectura de esas líneas de ese sobre de esa carta de esa noticia, ¿Por qué diablos le mandaba esa carta ahora, después de tanto tiempo? ¿Acaso no fue suficiente con el silencio y la distancia?
La música sonaba de fondo, volvió a abrir la guantera, metió la mano sin mirar, tanteando hasta encontrar lo que sus yemas buscaban, se detuvo en silencio un instante, sin siquiera la interrupción de la respiración, inhalo violentamente y en un clic se desplomó. La carta quedo en sus muslos. De fondo volvía la música, sonaba “don´t play me cheap” y el motor seguia encendido.